+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerando os infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
Palabra del Señor.
Reflexión
Retomamos, en el día de, hoy la lectura del evangelio según San Lucas. Jesús acaba de elegir a doce discípulos nombrándolos apóstoles, ahora junto con ellos se detiene en una llanura donde hay una muchedumbre que busca a Jesús, a la cual Él atiende sanándolos de sus dolencias y enseñándoles. En este contexto el Señor pronuncia el discurso de la llanura que empieza con las bienaventuranzas y advertencias (ayes). Lucas nos presenta un paralelo de cuatro bienaventuranzas para los pobres y cuatro ayes contra los ricos. El Maestro se dirige directamente a sus discípulos que lo están escuchando, no dice simplemente felices los pobres, sino que especifica diciendo felices ustedes los pobres, por lo tanto, también se está dirigiendo a nosotros que también somos sus discípulos. Llama felices a los pobres, a los que tienen hambre, a los que lloran y a los perseguidos, las cuatro categorías indican a las personas necesitadas y marginadas por su condición de carencia, personas defraudadas por la sociedad, pero que encuentran en Jesús repuestas a sus carencias más profundas. Seguido a esto el Señor lanza cuatro amenazas o advertencias contra los ricos, que son aquellos que ponen su confianza no en Dios, sino en el dinero y en lo que este puede comprar, esta es una fuerte exhortación para no dejarse engañar por el poder falso del dinero y de los honores que con él trae y volver al Señor, como hacen los pobres.
¿Qué hago yo por los pobres? ¿Cómo es mi relación con el dinero? ¿En qué se basa mi felicidad?