Se cuenta que en una ocasión dos locos decidieron escaparse del manicomio; para lograr su propósito tenían que volar unas diez paredes que protegían el hospital psiquiátrico. Para ellos eso no sería problema alguno, estaban resueltos a escaparse.
Al emprender la travesía se desarrolla la siguiente acción: Juan (llamaremos a uno) le pregunta a Pedro (el otro) al brincar la primera pared, que si estaba cansado, a lo que Pedro respondió que no.
Juan insistió en su pregunta y le recordó que, en caso afirmativo podrían volverse.
– No has escuchado que te dije que no, estoy dispuesto a escaparme de aquí, no soporto más seguir encerrado – contestó Pedro.
Al escuchar la respuesta Juan prosiguió el camino.
La misma escena se repite cada vez que vuelan una pared, mientras ambos siguen firmes su viaje hacia la libertad.
Cuando sólo les falta una pared para alcanzar la libertad se desarrolla nuevamente el mismo diálogo:
– Pedro, estás cansado -, le pregunta Juan a su compañero.
– Sí -, contestó Pedro con ojos brotados y sudores de corredor de campo y pista.
– Ah pues vamos a volvernos – le gritó Juan. A lo que Pedro sin reparo alguno contestó. – Sí, vamos a volvernos, porque estoy muy cansado y falta mucho por llegar-
Y de esa manera, ambos locos decidieron dar marcha atrás y recorrer el largo camino porque se sentían cansados, sin pensar que sólo les faltaba un pequeño esfuerzo más para alcanzar la libertad.
¿Qué te enseña esta historia?, ¿A qué te invita hoy el Señor?