+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entrego el espíritu.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer hemos terminado el Tiempo de Pascua con la celebración de la Solemnidad de Pentecostés. A partir de hoy retomamos el tiempo durante el año (suspendido a partir del Miércoles de Ceniza) en su novena semana. En este día corresponde celebrar la Memoria de María Madre de la Iglesia, la cual contiene lecturas bíblicas propias (que son lecturas en las cuales se nombra al santo que se celebra). Por eso el texto de hoy es el de la crucifixión de Jesús donde estaba María. San Juan nos dice en su relato que, junto a la cruz de Jesús, estaban las santas mujeres, la Madre de Jesús y el discípulo amado. Hay un diálogo muy hermoso entre el agonizante Jesús y María y el Discípulo. Jesús habla a María llamándola Mujer (recordando Gn 3,15 donde Dios dice que la descendencia de la Mujer aplastará la cabeza de la serpiente o demonio) para destacar el triunfo de Jesús su Hijo (descendencia) sobre el poder del Diablo. A la Mujer le encarga cuidar, como Madre, al Discípulo otorgándole la Maternidad espiritual sobre la Iglesia representada por ese Discípulo sin nombre, al que le pide recibirla como Hijo, el cual la acoge llevándola a su casa, o sea como su propia Madre. Termina el relato con la muerte de Jesús y el cumplimiento de la Escrituras que implica la derrota toral del Maligno.
¿Cómo es mi relación con María? ¿Siento que es mi Madre? ¿Cultivo mi devoción personal a la Madre de Dios? ¿En tiempo de pandemia, descubro a María como Auxiliadora en los tiempos difíciles?