+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra.
El que vino del cielo está por encima de todo. Él da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de Juan hoy, nos invita a dejar de ser “terrenales”, a mirar con esperanza y dejar de hablar sólo de cosas mundanas, para hablar y movernos como Jesús. Hoy, se nos quiere enseñar de modo especial que Jesús es el Hijo de Dios que ha venido al mundo para revelarnos la vida de Dios y hacernos parte de ella. En esta dinámica, es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, anhelemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Pero, más allá de este ideal o noble propósito, en estos días nos preguntamos ¿por qué es tan difícil vivir en el amor, o mejor dicho vivir en Dios, con Dios y para Dios, y dejarle manejar las directrices de nuestras vidas?; entendiendo nuestras limitaciones humanas, nuestros continuos “ ires y venires” en las decisiones que cada día y en cada detalle, estamos llamados a renovar este compromiso. Sin embargo, donde aún se hace más fuerte este cuestionamiento, es ante el dolor y sufrimiento que estamos enfrentando. Hoy, el evangelio resuena como un canto de esperanza, porque nos recuerda que el amor de Dios es acción continua a favor del hombre.
Todo lo que estamos viviendo y experimentando en esta cuarentena, tiene que ayudarnos a seguir creyendo en el Señor de la Vida, a creer verdaderamente en Él. ¿Estoy creyendo en su presencia? ¿cómo vivo y comunico esta esperanza en el amor de Dios?