+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron:
“Mujer, ¿por qué lloras?”
María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió:
“Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”.
Jesús le dijo: “¡María!”
Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir, “¡Maestro!” Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes””.
María Magdalena, fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras.
Palabra del Señor.
Reflexión
¡ALELUYA. CRISTO RESUCITÓ. ALELUYA!
En este día de la octava de Pascua el Evangelio describe la aparición de Jesús a María Magdalena. La muerte de su gran amigo lleva a María a perder el sentido de la vida. Pero ella sigue buscando. Se va al sepulcro para encontrar a aquel que la muerte le había robado. Hay momentos en la vida en los que todo se desmorona. Parece que todo se ha terminado. ¡Muerte, desastre, enfermedad, decepción, traición! Tantas cosas que pueden llevar a que falte tierra bajo los pies y a jugarnos una crisis profunda. Pero también acontece hay momentos en que, como que de repente, el reencuentro con una persona amiga puede rehacer la vida y hacernos descubrir que el amor es más fuerte que la muerte y la derrota. Tras la profunda y significativa experiencia descrita en el evangelio de hoy, María Magdalena, recibe la misión de anunciar la resurrección a los apóstoles, porque definitivamente el encuentro con El Resucitado, transforma la vida y compromete en la misión.
En estos días en que vivimos azotados por el Covid-19, donde la fragilidad de la vida se hace patente, también ha habido posibilidad de reencuentros y de recuperar y reafirmar vínculos que ciertamente, nos llenan de vida y contagian esperanza. Que en esta Octava de Pascua nos esforcemos por ser signos de esa vida nueva que viene del Señor y compartamos esa esperanza con sencillez a todos.
¿Has tenido una experiencia que te ha dado una sensación de pérdida y de muerte? ¿Cómo fue? ¿Qué es lo que te ha dado nueva vida y te ha devuelto la esperanza y la alegría de vivir?