+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Las mujeres, que habían ido al sepulcro, después de oír el anuncio del Ángel, se alejaron rápidamente de allí, atemorizadas pero llenas de alegría, y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:
“Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de Él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Éstos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna:
“Digan así: “Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”.
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
Reflexión
¡ALELUYA. CRISTO RESUCITÓ. ALELUYA!
Hoy es el primer día de la octava de Pascua y tras vivir una Semana santa distinta, aunque el escenario siga siendo complejo a nivel sanitario y social, la vida nueva que nos trae el resucitado, se sigue manifestando por doquier. Hoy el evangelio nos narra dos encuentros, dos escenas muy opuestas: por un lado, las mujeres que se encuentran con Jesús y tienen que anunciar que ha resucitado, y por el otro, un grupo de hombres que, desde la mentira, buscan desviar la atención de la gente. La Resurrección es un hecho sobrenatural y sólo la fe lo puede penetrar como en el caso de las mujeres, discípulas y mensajeras de Cristo Resucitado. La Resurrección será siempre un signo de contradicción para todos y cada uno de los hombres y mujeres: para los que están abiertos a la fe y al amor es fuente de vida y salvación; para los que la rechazan se vuelve motivo de juicio y condena.
Sin embargo, no todo es blanco o negro… y en estos días en que la humanidad se ve amenazada por la Pandemia del Covid-19, hemos visto (y tal vez experimentado), que algunos se han acercado más a la búsqueda de Dios, mientras que otros, han relativizado ciertas maneras de expresar la fe. En estos días de Pascua, a todos se nos invita a experimentar la fuerza, la alegría y la esperanza del Resucitado, pero a todos también se nos impulsa a comunicarla, tal vez no en las formas y lugares tradicionales, sino en aquella Galilea, marginal y alejada de lo establecido.
Regalándonos un tiempo de silencio y meditación en este día, nos preguntamos:
¿Cómo estoy viviendo hoy esta Pascua…? ¿la estoy viviendo con los ojos de la fe o como algo ajeno a mi vida? ¿cuál es la Galilea a la que se me impulsa a caminar para anunciar esta Buena Noticia?