+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Juan Bautista predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo”.
En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre Él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el Evangelio, en primer lugar nos muestra a Juan Bautista como un hombre humilde y aclara que tiene una misión concreta, para que la gente no se confunda con él. No cae en la tentación de la vanagloria y el narcisismo, sabe a lo que ha sido enviado y, no se pierde en los aplausos de sus seguidores… ¡cuánto debemos aprender de él en estos días de trabajo pastoral! Juan cumple su misión en un lugar impreciso a lo largo del Jordán y confiere el bautismo en el agua corriente del río, no los lugares preparados para el rito en la cultura judía. La conversión y la penitencia pedidas por Juan miran más al plano moral que al ritual. Y, desde esta realidad, en segundo lugar, nos muestra a Jesús con un antes y un después de su bautismo. El evangelista pareciera interesarle primariamente la revelación divina que sigue al bautismo de Jesús: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”, dejando asomar así la identidad humana-divina y la misión de Jesús, además de poner en relieve la relación del todo singular del Padre con El Señor. Tras la fiesta de la Epifanía, hoy el evangelio nos presenta cómo se inicia el paso de Jesús de la «vida escondida» a la «pública» y nosotros estamos pasando de las fiestas de la Navidad al trabajo «ordinario». Se trata de un tiempo y una oportunidad para explicar y desarrollar nuestra misión, que consiste en el quehacer cotidiano (a veces arduo y siempre árido) de expresar en la vida la conciencia de que Dios Hijo está con nosotros como hermano y salvador, repartiendo los dones recibidos en el Bautismo.
Nos preguntamos: ¿Soy consciente de la misión que me ha confiado el Padre?¿Consigo expresarla en la vida normal o me limito a esperar las grandes ocasiones?