+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Éste fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
«La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros».
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
En el Evangelio según Mateo, la llegada e infancia de Jesús está vinculada a la persona de José, el prometido esposo de María. Hoy se nos narra la encrucijada en la que se encuentra José. Él recibe la misión de acoger al Hijo que María espera, de ponerle un nombre, de cuidarlo y educarlo. “Le pondrás por nombre Jesús: porque él salvará a su pueblo de sus pecados”, tiene la misión de velar para que Jesús entre en la historia de la salvación. José es llamado a la paternidad responsable, a que no caiga en la tentación del abandono; es llamado a ser corresponsable de la salvación de un pueblo, que va a ser guiado por su hijo. Hoy contemplando a la figura de José podemos ver la acción de alguien que quiere vivir su vida rectamente, en justicia… que escucha lo que el Señor le dice y que es capaz de responder con generosidad a su llamada. El actuar de san José tiene consecuencias que favorecen a María y al niño que nacerá; le da a Jesús la pertenencia a una familia y a un pueblo, por tanto, le da una identidad y un lugar en la sociedad. Dios entra de lleno en la existencia humana y terrenal, y lo hace con la colaboración del varón justo, que obra en todo “para que se cumpla la Escritura”.
Hoy a la luz de la figura de José nos podemos preguntar: ¿Cómo descubro el llamado de la Palabra de Dios en los hechos de mi vida? ¿cómo estoy respondiendo a ese llamado?