+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: “Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres”.
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
Hoy, celebramos a san Andrés, Apóstol, hermano de Pedro y pescador como él en Betsaida. El evangelio nos habla de la vocación de los primeros discípulos, nos señala que el seguimiento de Jesús comienza en un encuentro. Jesús se acerca a ellos en su lugar de trabajo y allí les propone algo nuevo. En ese instante, se puede captar el llamado y la libertad de seguirlo. No puede haber seguimiento del Señor si no existe este espacio de intimidad, y el reconocimiento de su palabra y de que él mismo nos busca. Estos primeros discípulos son hombres que conocen bien su trabajo, el lago, saben de redes y del mejor horario para pescar. Y ahora Jesús les invita a dejar el oficio conocido y aventurarse a un futuro incierto: ser pescadores de hombres, o sea buscar seguidores. Seguramente los apóstoles deben haber tenido muchas dudas. No es fácil lanzarse al vacío sin red de seguridad. Pero, a pesar de sus temores, ellos lo dejan todo y siguen al Maestro. En este contexto, resuenan las palabras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso”.
Andrés era miembro de ese pequeño, pero asombroso grupo de hombres, que estuvieron dispuestos a confiar completamente en Jesús, hoy, en su fiesta, nos podemos preguntar ¿Hemos aceptado el llamado y responsabilidad de ser discípulos, o sólo “vamos a la iglesia”?