“Conozco tu miseria,
las lucha y las tribulaciones de tu alma,
las deficiencias y las enfermedades de tu cuerpo;
sé de tu vileza, de tus pecados, y te digo lo mismo:
Dame tu corazón, ámame como eres…”.
Si esperas ser un ángel para abandonarte al amor,
no amarás nunca.
Aún si eres vil
en la práctica del deber y de la virtud,
si vuelves a caer a menudo en aquellas culpas
que quisieras no cometer más,
no te permito no amarme.
Ámame como eres.
¿Qué te dice el Señor, al finalizar el día?