No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por el porvenir más o menos
sombrío. Vive feliz, vive en paz. Piérdete confiada
en ese Dios que te quiere y llegará hasta ti.
Piensa que estás en sus manos, tanto más
fuertemente agarrado cuanto más decaído
y triste te encuentres. Por eso, cuando te sientas
apesadumbrada, adora y confía.
¿Qué te dice el Señor al terminar este día?