+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir:
Un fariseo invitó a Jesús a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.
Pero el Señor le dijo: “¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro”.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
En el evangelio de hoy sigue la relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel tiempo. Los fariseos parecen ser el único grupo de personas que realmente molestaban a Jesús. Eran buenas personas, deseosos de observar la ley tan perfectamente como era posible, pero esto a menudo los hacía ciegos ante cosas más importantes. Para Jesús, lo sagrado no es tratar de evitar lo que ritualmente se considera impuro. Esa actitud puede llevar solamente al miedo y a la parálisis, porque los límites entre lo puro y lo impuro requieren ser rigurosamente vigilados. Hay un fariseo en cada uno de nosotros, grande o pequeño, que muchas veces prefiere limpiar la suciedad exterior de la taza en vez de sacar la codicia y la maldad de su interior. Escuchemos hoy al Señor y pidámosle que nos a responder a su Palabra.
A la luz del evangelio, nuestra Iglesia, ¿merece hoy esta acusación de Jesús contra los escribas y los fariseos? ¿Y yo, la merezco?