No se trata de preguntarnos si Jesús tenía o no la capacidad de penetrar el misterio que se oculta en el corazón de cada ciudad. El evangelio de Juan señala a primera vista que en Jerusalén, con ocasión de la Pascua, al presenciar las señales muchos le dieron su adhesión, pero añade, que Jesús no se confiaba mucho de ellos (Jn 2, 23-25) El problema por lo tanto se traslada hacia otro lugar. ¿Cómo va Jesús donde sabe que hay hostilidad y rechazo? Entra mas bien con serenidad y sobriedad, sin hacer alardes,
con apertura. Conociendo los que pensaban y seguramente los sentimientos más íntimos, pero con serenidad y humildemente. Es una clave de lectura para evangelizar hoy en día. Sabiendo de las hostilidades presentes, de las murmuraciones y hastíos que podrían presentarse evidentes, la evangelización en la ciudad y en la grandes ciudades, requiere serenidad y humildad. Jesús va a la ciudad, no le teme, no se aleja, pero tampoco va prepotente. Entra como ha entrado Dios en el mundo, desde su nacimiento, sin ruido.
¿Qué te pide el Señor en este día?
¿Qué le dices al Señor antes de tu descanso?