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Lucas 5,1-11: Navega mar adentro, y echen las redes.

5 de Setiembre 2019     Freddy Araya    

30 de noviembre

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”.
Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.

Reflexionemos

Hoy, el evangelio cuenta cómo Pedro fue llamado por Jesús. Lucas nos dibuja un escenario donde la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios. El lugar es el lago de Genesaret, todos conocen el arte de la pesca. Y tras la experiencia de la faena diaria, el cansancio de la noche, Jesús pide que “remen mar adentro” para cumplir con su propósito. Es una escena de vocación que no nos puede dejar indiferentes. En nuestra realidad social, “líquida”, para algunos, se nos desafía a superar las barreras del desgano, del cansancio, de la rutina… para ir “Mar adentro” ¿Por qué mar adentro? Porque se necesita ir hasta las profundidades del alma para encontrarse con lo que uno busca. Y en definitiva, para poder seguir a Jesús, se requiere un encuentro profundo con Él, para tomar la determinación de seguir tras sus huellas, abandonando aquellas seguridades que tenemos a la mano. Dejarlo todo supone un cambio radical de vida, asumir la de Cristo, encontrarnos con su Palabra.

Pensando en nuestra realidad (en la mía y en la tuya) ¿Dónde el Señor nos invita a echar las redes? ¿Dónde y cómo acontece hoy la pesca milagrosa? ¿Dónde ocurre esa llamada de Dios?

Categories: Evangelio diario

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