+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:
«El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados:
‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores:
‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’.
El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias:
‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos».
El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
Palabra del Señor.
Reflexiona
El evangelio de hoy narra la parábola del banquete. Es una figura recurrente en la predicación de Jesús. Se trata de esa fiesta de bodas que sucederá al final de los tiempos y que será la unión de Jesús con su Iglesia. El mensaje del texto es claro: los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo son buenos conocedores de la Ley, no han reconocido en Jesús al Mesías enviado por Dios; son otros los que sí lo aceptan (no tienen necesidad de médico los –que se creen– sanos sino los enfermos); en conclusión: «muchos son los llamados, pero pocos los elegidos». En realidad, son dos parábolas, una de los invitados a la boda y otra del invitado que no vestía dignamente. La primera se refiere a los llamados y la segunda a los elegidos. Todo esto nos enseña finalmente que, no basta ser convidado, hay también que ser elegido. No basta ser cristiano de toda la vida y pertenecer a la Iglesia, es necesario “llevar el traje de fiesta”, dicho de otro modo, significa: revestirnos de Cristo.
A la luz del texto nos preguntamos: ¿Cuáles son los motivos que ciertas personas alegan para excluirse del deber de participar en la comunidad? ¿Son motivos justos?