+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron: “Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado”.
Pero Él les respondió: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, Yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa “prefiero la misericordia al sacrificio”, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Escuchar hoy las palabras de Jesús, provoca consuelo, alegría y esperanzas en medio de las luchas cotidianas, especialmente, ante un mundo que muchas veces ha decidido darle la espalda a Dios, o mejor dicho a lo cristiano y a los cristianos. De algún modo, hoy El Señor nos comunica que su seguimiento no es una carga pesada, nos habla de un yugo suave y una carga liviana. Pero ¿cómo entender esto si muchas veces se le atribuye a la vida cristiana un conjunto de normativas que hay que poner en práctica? o ¿será que los que han marginado al Señor de sus vidas viven más descansados con menos agobios? La experiencia nos dice que la vida cotidiana no se desarrolla hoy exenta de cansancios y problemáticas… muy por el contrario. Sacar a Dios de la vida –tanto privada como pública– no parece que esté produciendo más libertades, una vida más humana, un mundo más igual, más justo. Siguen siendo muchos los cansancios y los agobios, incluso más y mayores. Brechas que crecen en la distribución de la riqueza; flujos migratorios por motivos políticos o económicos para los que no se encuentran respuestas justas y humanitarias; competitividad egoísta que marca la cultura actual; son realidades que no dejan lugar a encontrar alivio. Pero como dijimos al inicio, las palabras de Jesús, son consuelo, alegría y esperanza para todos nosotros. Quien vive en el Espíritu, encuentra en la Palabra de Dios el camino ágil y ligero para recorrer esta peregrinación terrenal, porque Jesús nos sale al camino y comparte nuestros agobios y cargas con humildad de corazón.
Llamados a poner nuestra mirada en el seguimiento de Cristo preguntémonos, ¿Cuáles son los conflictos relativos a prácticas religiosas que, hoy hacen sufrir a las personas y son motivo de mucha discusión y polémica? ¿De qué manera estamos poniendo el acento en la misericordia al querer vivir en nuestra vida como discípulos de Jesús?