+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”.
Algunos escribas pensaron: “Este hombre blasfema”.
Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
Él se levantó y se fue a su casa.
Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Palabra del Señor.
Reflexión
En tiempos de Jesús, muchos eran los que relacionaban la enfermedad con el pecado a causa de alguna culpa propia o heredada. Bajo este contexto san Mateo nos comparte una escena del todo decidora. El Evangelio de hoy es una muestra de la misericordia del Salvador en dos aspectos al mismo tiempo: ante la enfermedad del cuerpo y ante la del alma. Jesús al ver la necesidad, se detiene, la fe del enfermo y del grupo que lo transporta lo conmueven, y le ofrece lo mejor de sí mismo: ánimo y perdón. Jesús muestra tener el poder de sanar, pero sobre todo el de perdonar, un atributo divino; lo sabían bien los escribas que decían entre sí: «Este blasfema». Pero, sanando y perdonando, Jesús cumple su misión, llegando a la raíz misma de la condición humana necesitada de salvación. Jesús, en el evangelio, restituye al hombre su condición de salvado al liberarlo tanto de la enfermedad como del pecado. El episodio de hoy es una tremenda “Buena Noticia” porque nos reafirma con hechos muy concretos que Jesús, llamado amigo de los pecadores, no desprecia nuestras debilidades y nuestras resistencias, sino que las comprende y nos ofrece la ayuda necesaria para vivir dignamente, en armonía con Dios y con los hermanos.
El Señor -al curar al paralítico- nos muestra hoy su misericordia ¿De qué necesitamos que nos sane? ¿De qué necesitamos que nos perdone?