Sorprendida en adulterio, y merecedora, según la ley, de ser apedreada: Los que la acusan, frente a las palabras de Jesús; “el que no tiene pecado, que tire la primera piedra”, tienen que retirarse, reconociendo implícitamente su pecado, pero sin confesarlo.
En cambio, la mujer, que no dice ni una sola palabra, queda justificada por Jesús que ve su corazón humillado. “Yo tampoco te condeno, vete y en adelante no peques más”.
La mujer adúltera
Juan 8, 2-11
¿A qué te invita hoy el Señor?