+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten.
Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar?
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde Yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy”.
Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”
Jesús le respondió:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En este Viernes de Pascua, Jesús nos invita a la calma. La serenidad y la alegría fluyen como un río de paz de su Corazón resucitado hasta el nuestro, agitado e inquieto, marcado tantas veces por un activismo a veces estéril. No se inquieten, nos dice hoy el Señor. Y cómo no acoger y hacer resonar en nosotros estas palabras si nuestra vida carecería de sentido si no estuviera enfocada hacia el camino que nos marca Jesús, todo lo demás nos puede resultar apetecible, pero nos desvía de nuestra auténtica meta. En este peregrinar, el Señor no nos deja solos, porque sin un camino, no se anda. Sin verdad, no se acierta. Sin vida, ¡sólo hay muerte! Por eso a cada uno de nosotros se nos dice: el Camino que es Jesús ha de ser recorrido; la Verdad que es Jesús, escudriñada; la Vida que es Jesús, recibida y ofrecida.
A la luz del Evangelio de hoy nos podemos preguntar: ¿Es Jesús nuestro camino? ¿Tenemos claro a dónde queremos llegar y con quién?