+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Jesús dijo a la gente:
Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen. Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí Yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de Aquél que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que Yo no pierda nada de lo que Él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en Él, tenga Vida eterna y que Yo lo resucite en el último día.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy nos presenta unos versículos del profundo y denso discurso del pan de vida. Tras el milagro de los panes y los peces. Jesús al presentarse, con las palabras “yo soy” está asumiendo su identidad divina. Pero también nos muestra la misión encomendada por el Padre, en este caso, el ser “pan de vida”. Esta es la vida nueva que nos comunica Jesús Resucitado, el pan que sacia nuestra hambre y sed más profunda. Y bajo esta referencia, no podemos obviar la alusión al pan eucarístico. A la luz de este texto y de todo el discurso del «Pan de vida» podemos resignificar nuestra experiencia eucarística, la cual no se limita solo al ámbito litúrgico y sacramental. Cada eucaristía es una oportunidad de nutrir y fortalecer en nosotros la nueva vida que el Señor nos regala.
Comer el pan del cielo es creer en Jesús. A la luz del evangelio nos podemos preguntar: ¿qué comulgamos? ¿Cómo me estoy esforzando para vivir mejor la eucaristía? ¿Qué hago para entrar en comunión con El Señor?