Los pecadores y excluidos
llaman a Dios,
y Dios baja hasta ellos.
Los descubrimos juntos
en el mismo encuentro:
prostitutas de avenida,
emigrantes sin papeles,
presos bajo reja.
Dios enlodado con fracaso
de pecadores y perdidos,
apellido divino
triturado por mecanismos
de acero mercantil
y de confusiones personales.
Ahí descubrimos
la dignidad indestructible
de los que llaman
la escoria de la tierra.
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?