A causa de la resurrección de Cristo hay esperanza en un mundo nuevo y mejor. Llenos de esta alegría y esperanza, demos el primer paso adelante compartiendo nuestro amor los unos con los otros. Compartámoslo con todos los hombres, pero especialmente con los pobres y los hambrientos. Y entonces tendremos la felicidad de experimentar que realmente Jesús se identifica con el pobre y el hambriento y que, si buscamos su rostro en ellos, verdaderamente lo habremos conocido como él es.
¿Qué le dices al Señor, al finalizar el día?