+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?” Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”
Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: “El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos””.
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”
Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?” “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.
Palabra del Señor.
Reflexión
El caminar del Evangelio en estos días, reflejan la profunda tristeza que habitó en Jesús. El fracaso de los discípulos, su abandono, la soledad en la que está envuelto. Es consciente de que su fidelidad al plan de Dios le va a llevar a la muerte. Hoy se expresa con claridad la certeza de Jesús respecto de la traición de uno de los suyos. No podemos concluir con certeza qué llevó a Judas a traicionar al Maestro; ¿el dinero? ¿El miedo a ser perseguido como lo hicieron con Jesús? ¿Buscar protección y privilegio? ¿Quizás un poco de todo? El Evangelio no se mete en su fuero interno pero deja claro que lo hizo con libertad. Hoy, más allá del chiste que tal vez escuchamos, vale la pena que entremos en una dinámica de escucha y confrontación con lo que se vive en estos días; vale la pena que nos preguntemos hoy, escuchando la dolorosa afirmación de la traición ¿Acaso soy yo, Señor? ¿Acaso soy yo el que te puede cambiar por cualquier interés, cargo, placer, ideología? ¿Acaso soy yo Señor el que puede dar la espalda, traicionar al hermano solo, perseguido, maltrecho con el que Tú te identificas? ¿Acaso soy yo Señor…?
¿Cómo es mi relación con Jesús? ¿Soy de los que podrían traicionarlo? Me justifico diciendo: yo no hago mal a nadie? ¿Qué opciones y actitudes mías me ponen en camino junto a Jesús? ¿cuáles me acercan más a la actitud de Judas?