+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino,
que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Palabra del Señor.
Reflexión
El Evangelio nos invita hoy a orar y lo hace pidiéndonos que recemos todos los días con devoción y convicción la hermosa oración que Jesús rezaba: el Padre Nuestro. Este evangelio es la mejor forma, la más exquisita, de invitarnos a la oración. Jesús nos enseña a orar, no con muchas palabras, que no son necesarias, sino las justas, las que necesitamos, las más sencillas, y profundas, las que van a lo que realmente debemos pedir cada día. Ponernos en esa presencia de Dios sin tener que encerrarnos en ningún sitio, sino salir de nosotros mismos y hacer en nuestra vida aquello que Dios quiere para cada uno, lo mejor, lo que nos va a hacer felices. Orar no es hablar mucho. Si hablo mucho no puedo escuchar. Hoy sintámonos invitados a hacer un poco de silencio para escuchar al Dios de la Vida que nos habla en esa trama tan compleja y tan rica que es la vida de todos los días.
¿Qué espacio le doy a la oración en mi vida? ¿De qué manera me dirijo y escucho al Padre Dios?