+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?” Ellos le respondieron: “Doce”.
“Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?”
Ellos le respondieron: “Siete”.
Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no comprenden?”
Palabra del Señor.
Reflexión
Tras el diálogo del evangelio de ayer, en que discutía con los fariseos, Jesús les indica a los suyos que se guarden de su “levadura”, así como de la de Herodes. Les previene del peligro que suponen, unos desde el ámbito religioso y el otro desde su estilo de vida personal y socio-político. Ambos son un “fermento” dañino para la masa de Israel. Pero los discípulos preocupados en ese momento de lo material, no entienden… la “levadura de los fariseos y de Herodes” (religión y gobierno), se había infiltrado también en la cabeza de los discípulos hasta el punto de que no fueron capaces de acoger la Buena Nueva. Por eso, Jesús les reprende y les confronta con severidad, haciéndoles una serie de preguntas, mediante las cuales pretende que reconozcan su mesianismo, desde los “signos” que le han visto hacer. Nosotros también caemos en esta dinámica de desconfianza y de no ser capaces de reconocer la presencia del Reino, nos olvidamos que en nuestra “barca”, en nuestra vida, contamos con Aquel que se hizo pan para nosotros. Dejémonos envolver por la novedad del Espíritu para que nos libere de nuestras apatías y pecados, de nuestros cansancios y desánimos y vivamos alegres en la presencia amorosa y vivificadora de Dios, que camina a nuestro lado.
La levadura de Herodes y de los fariseos impedía a los discípulos entender la Buena Nueva. ¿Cuál es hoy la levadura de los fariseos y de Herodes para nosotros? ¿Qué significa hoy, para mí, tener el “corazón endurecido”?