+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de Él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.
Él le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”.
Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”.
Entonces Él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.
Palabra del Señor.
Reflexión
Mientras el mundo comercial celebra a San Valentín o el día del amor, en el Evangelio se nos da muestra de un amor que rompe las fronteras. Vemos a Jesús que sale hacia los márgenes, que sale a la región de Tiro, al norte de Palestina porque también ahí tiene que anunciarse la Buena Noticia. A esa “tierra de extranjeros”, tierra de paganos, Jesús quiere hacer llegar la fuerza renovadora del Evangelio, en este escenario, una mujer le trae el dolor más grande de su vida: su hija está poseída por un espíritu impuro. Ella, rompiendo todas las fronteras históricas, geográficas, se acerca a Jesús para que salve a su hija. Y Jesús aunque aparentemente se muestra distante frente a su dolor. Esa actitud de Jesús nos deja pensando: ¿por qué Jesús le dice que no está permitido tomar el pan de los hijos para dárselo a los cachorros? Ella podría haberse sentido insultada. Sin embargo, la mujer no se desalienta, hay alguien que la necesita más que su propio orgullo. Así logra que el Señor cure a su hijita. Hoy, todo esto nos debe impulsar a no quedarnos en la seguridad de lo conocido, a animarnos a ir más allá de las fronteras. Fronteras que no son siempre territoriales: a veces son culturales, son étnicas, son de costumbres, de convicciones, para hacer presente la fuerza del Evangelio.
Pidámosle al Señor que en este “día del amor”, nos haga superar las fronteras y nos dé un corazón humilde, que sea “escenario” de su misericordia por nosotros.