+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
En aquel tiempo, se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.
A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquél que, después de matar, tiene el poder de arrojar al infierno. Sí, les repito, teman a ése.
¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy nos presenta una crítica de Jesús contra las autoridades religiosas de su tiempo. Una vez más, Jesús se posiciona frente a la levadura habitual de los fariseos, la hipocresía. Para el discípulo de Jesús es oportuno hablar con sinceridad, pero no suficiente; es necesario, además, proclamar la verdad de la buena noticia públicamente. Porque al discípulo no se le pide que cumpla su función de forma aseada -como si de un profesional de ese asunto se tratara-, no, sino que su modo de comportarse sea siempre sin falsedad ni mentira, porque es persona de conducta franca como quien actúa siempre a la luz del día, en plena plaza. No siempre le será fácil hacerlo, pero debe saber que su osadía descansa en el mandato del Señor y, tras la resurrección, en el impulso del Espíritu. La advertencia de Jesús vale también para los sacerdotes, religiosos e instituciones cristianas y los “buenos cristianos”, siempre cercanos a la jerarquía, por cuanto jugamos en la iglesia un papel muy parecido al de los fariseos y los maestros de la ley en la religión y sociedad de aquel tiempo. Jesús nos llama a confiar y a no tener miedo de seguirlo: “En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados”. Estamos llenos de miedos que nos paralizan: ante la muerte, a la vejez, a la enfermedad, a la pobreza, al ridículo, a la soledad. Les invito esta semana a revisar nuestros miedos y a compartirlos con la ayuda del Señor.
Preguntándonos ¿qué nos dice el Señor en su Palabra? En este día pidamos al Señor que nos haga cada día mejores testigos, y no nos deje caer en una «cómoda» hipocresía.