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Lucas 5, 1-11: Abandonándolo todo, lo siguieron

6 de Setiembre 2018     Freddy Araya    

30 de noviembre

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”.
Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.

Reflexión

Es cierto que en la vocación de cada seguidor de Jesús siempre hay algo personal que se da solo en él. Pero también es cierto que hay algo común. El evangelio nos relata la reacción de Pedro, de Juan y de Santiago ante una acción prodigiosa de Jesús, ante la pesca más que abundante que recogieron gracias a las indicaciones de Jesús, después que ellos, con sus propios conocimientos de experimentados pescadores, no habían cogido nada en toda la noche: “Rema mar adentro y echen las redes para pescar”. Hoy reconocemos que todo seguidor de Jesús ha tenido esta misma experiencia. Jesús sale a nuestro encuentro y se las arregla para hacer una pesca milagrosa delante de nosotros, dejarnos asombrados y deslumbrados con sus palabras, sus promesas, su inmenso amor… su persona, y convencernos de que además de ser hombre es Dios. Por eso, gozosamente nos rendimos a él: “Te seguiré donde quiera que vayas”.

Aquellos pescadores dejaron todo y siguieron a Jesús, nos ha dicho el evangelio. ¿Yo que tengo que dejar para poder seguir a Jesús?

Categories: Evangelio diario

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