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Mateo 15, 21-28: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”

8 de Agosto 2018     Freddy Araya    

15-09-2017

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Jesús partió de Genesaret y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero Él no le respondió nada.
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.
Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
Pero la mujer fue a postrarse ante Él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”
Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.
Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”
Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!” Y en ese momento su hija quedó sana.
Palabra del Señor.

Reflexión

Una región apartada; una mujer de otro pueblo, no judía. Esta mujer, desde su condición de “lejana”, expresó el clamor de muchos otros que, sin ser “del grupo esperable”, irrumpió y rompió los límites. Al principio, Jesús –tal vez consciente de que su misión principal es liberar al pueblo de Israel, dar cumplimiento a las profecías- o tal vez queriendo dejar una enseñanza más profunda, en un primer momento no presta oídos a los reclamos de la mujer, ella es una extranjera. La mujer insiste ante la indiferencia de Jesús. Pasa por alto la negativa y sigue rogándole: “dame la sobra de lo que cae de la mesa de los señores”. Los dos, Jesús y la mujer, se encontraron en los márgenes y a la humilde insistencia de su fe, Jesús responde con un gesto de salvación. Jesús queda impactado y alaba a la mujer por su fe. Con esto Jesús revela que la salvación es para todos y nos dirige una invitación a tener una actitud de “apertura” hacia todos, creyentes o no creyentes, y romper con esa mala práctica que distingue y excluye, es decir, una disponibilidad y acogida sin reserva hacia cualquier ser humano. No es un privilegio de algunos, todos los que nos acercamos a Él y lo reconocemos, de algún modo somos salvados.
A la luz de la Palabra de Dios, que nos invita a romper nuestra cerrazón y nuestros pequeños esquemas. ¿Somos capaces de acoger a todos los hermanos que se acercan a nosotros?

Categories: Evangelio diario

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