+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Se acercaron los discípulos de Juan Bautista y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?”
Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!”
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy Mateo nos habla de lo nuevo y de lo viejo. Y apropósito de las prácticas de ayuno se habla de los discípulos de Juan Bautista y de los fariseos, que practicaban ayunos por propia iniciativa para apresurar con su piedad la venida del Reino; Jesús en cambio, nos trae una nueva realidad y el comportamiento de sus discípulos resulta escandaloso para los otros. Para Jesús, el ayuno que practicaban sus contemporáneos era una tradición que pertenecía al ámbito de “lo viejo” y que no encajaba en la novedad del Reino. Cuando las prácticas piadosas son un parche, siempre hay tensión en el entorno, como entre un paño viejo y uno nuevo. El Reino de Dios no se sostiene con parches, sino que requiere conversión total del corazón. De algún modo se nos recuerda hoy que Jesucristo es el Hombre Nuevo, el que renueva todo lo caduco que se había ido pegando a la humanidad a lo largo de los siglos.
¿Cuál es la imagen de Dios que está detrás de todos nuestros preconceptos y prácticas religiosas? ¿Cómo entender la frase de Jesús: “No colocar un remiendo nuevo en un vestido viejo?” ¿Qué mensaje saco de todo esto para mi comunidad, hoy?