+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”
Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: ‘Yo quiero misericordia y no sacrificios’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el Evangelio de hoy Jesús llama a un publicano, considerado pecador y tratado como impuro por las comunidades más observantes de los fariseos. Esta situación “complica” a algunos de sus interlocutores, pues en la casa y en la mesa donde comían no hay ni división ni exclusión entre justos y pecadores, cosa que escandaliza a los fariseos, demasiado preocupados por la apariencia de rectitud. Jesús aclara lo que no debería tener aclaración: que los enfermos sí necesitan al médico; es decir, que él privilegia a los que no cuentan para los demás, y los que entienden son apartados de la atención del resto, él los atiende desde el amor y el cuidado de su Dios Padre. En este escenario, usa la palabra profética para fundamentar su acción. Dios, que es misericordioso con nuestros pecados, nos pide también a nosotros practicar esa misericordia con el pecador que tenemos cerca. Hoy se nos recuerda una vez más que somos los buscados por el amor compasivo del Señor.
Hoy, en nuestra sociedad, ¿quién es marginado y quién es excluido? ¿Por qué? En nuestra comunidad ¿tenemos ideas preconcebidas? ¿Cuáles? ¿Cuál es el desafío que las palabras de Jesús plantean a nuestra comunidad, hoy?