Cuando Jesús empezó a predicar, la originalidad de su mensaje fue que él hablaba en sus discursos exclusivamente de la salvación, no de “salvación y condenación”. Por eso llamó a su mensaje Buena Noticia.
Basta comparar una frase suya con la de Juan Bautista, para darnos cuenta. Mientras Juan anunciaba: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca. El hacha ya está puesta en la raíz del árbol, y el que no dé fruto será cortado y arrojado al fuego” (Mt 3, 2.10), Jesús sólo decía: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 4, 17).
Lo mismo vemos cuando Jesús fue a predicar a la sinagoga de Nazaret. Leyó un largo pasaje del profeta Isaías, pero al llegar a la última parte, donde Isaías anunciaba “un día de venganza” contra la gente, Jesús se detuvo y lo cortó (Lc 4, 16-19). Y Lucas comenta que todos se admiraban de las palabras “llenas de gracia” que salían de su boca.
¿Qué te dice el Señor, a qué te invita?