El siervo injusto. (Mt 18, 21-35)
A él todo se le ha perdonado con total generosidad. El juzga, condena… por nada. Sus compañeros reaccionan: “¡qué sin sentido, qué injusto es este hombre! A él le han perdonado tanto, y sigue tan duro de corazón”. Posibles raíces de nuestro pecado. ¿Por qué soy injusto, por qué soy causa de desgracia, por qué soy duro de corazón… por qué abuso de mi poder?
¿A qué me invita el Señor?