+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.
Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús está aquí calibrando las fuerzas de sus discípulos, necesita gente que le siga dándolo todo a causa del Reino de Dios, gente que no se reserve nada de la vida por Dios. De este modo, la continuación del pasaje del joven rico recoge un sustancioso diálogo entre Pedro y Jesús, nacido de un comentario del Señor sobre lo peligrosas que son las riquezas y lo difícil que es desprenderse de ellas. Nos detenemos hoy en un interesante detalle de aquella conversación. Lo importante no es “qué” se abandona por Cristo, sino “con qué” espíritu se hace. Suele sucedernos que, a veces, somos capaces de grandes despojos y, sin embargo, nos defendemos con uñas y dientes ante quien nos quiere corregir una pequeña costumbre o critica nuestro modo de pensar. Dejarlo todo nunca será sencillo ni espontáneo. Es de lo más parecido a una operación quirúrgica: Duele pero cura. Y su finalidad, según Jesús, no es otra cosa que la plena libertad interior para seguirle por amor y con amor.
¿Hasta cuánto está dispuesto a entregar o entregarse por la causa de Dios?
A la luz del Evangelio podríamos preguntarnos, suponiendo que seamos una persona “decente” y buen cristiano, hoy, ¿me queda algo por vender?