+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?” Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”.
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe no es a mí al que recibe sino a Aquél que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Reflexión
La lectura del evangelio de hoy presenta el segundo anuncio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Sin embargo los discípulos Ellos siguen soñando con un mesías glorioso y muestran una gran incoherencia al discutir entre sí quiénes de ellos es el mayor. ¡Increíble! Jesús anuncia a los discípulos que lo van a matar, y ellos negocian un lugar de importancia para cuando esto ocurra. “No entendieron nada”, nos dice en el Evangelio. ¿Cuánto de esto nos pasa también a nosotros? Nos cuesta entender el proyecto de Jesús. A veces, nos creamos expectativas que están fuera de lugar, y que sólo abarcan la lógica humana. La lógica de Dios es diferente. No nos llama a la búsqueda del poder, de la riqueza o de la fama, nos llama a una vida en humildad y servicio, donde los demás son los más importantes. La lógica humana nos conduce al egoísmo, la lógica de Dios al desprendimiento. En la comunidad, no se trata de tener mayor poder, sino de servir mejor.
Jesús quiere bajar y servir. Los discípulos quieren subir y dominar. ¿Yo? ¿Cuál es la motivación más profunda de mi “yo” desconocido?