+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. Él les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?” Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron”. “Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo”. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que está así?”” Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos”. “¡Si puedes…!”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree”. Inmediatamente el padre del niño exclamó: “Creo, ayúdame, porque tengo poca fe”. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, Yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más”. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: “Está muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.
Cuando entró a la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Él les respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”.
Palabra del Señor.
Reflexión
La lectura del evangelio de hoy sitúa el relato a continuación del texto de la trasfiguración, dónde Jesús ha revelado su gloria a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan). La curación del “endemoniado” va a poner el acento no tanto en el hecho de la sanación como en las enseñanzas que se desprenden para la comunidad. Tras la queja contra la generación incrédula, la fe se convierte en el tema central. La observación del padre desesperanzado: “pero si tú puedes algo…” la recoge Jesús que advierte: “Todo es posible para el que cree”. El hombre que ha comprendido lo que Jesús le dice, exclama inmediatamente: “¡Creo! ¡Ayúdame tú en mi falta de fe!”. De este modo, la respuesta del padre que ocupa un lugar central en este episodio, es la voz de tantos creyentes que hoy piden a Jesús: Ayuda mi poca fe. Se nos muestra cómo ha de ser la actitud del discípulo que, a pesar de sus límites y dudas, quiere ser fiel. Mirando nuestra vida, puede ser que nuestra fe sea aún pequeña, pidamos hoy con sinceridad a Jesús: ¡Aumenta mi fe!
En el evangelio, los Apóstoles no tuvieron la capacidad para enfrentar la situación que afectaba a aquella familia. Hoy también, hay muchos males que son mayores que nuestra capacidad… ¿Has vivido ya una experiencia de impotencia ante el mal y la violencia? ¿Ha sido una experiencia sólo tuya o también de la comunidad?