Y ahora así te habla el Yahweh, que te ha creado, Jacob, el que te ha formado, Israel: «No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Si atraviesas el río, yo estaré contigo y no te arrastrará la corriente. Si pasas por medio de las llamas, no te quemarás, ni siquiera te chamuscarás. Pues yo soy Yahweh, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador … Tú vales mucho a mis ojos, yo doy otros pueblos a cambio tuyo, por que te amo y eres importante para mí. No temas, pues, yo estoy contigo». Is. 43, 1-4.
En primer lugar, hay que considerar que el miedo es un instinto, un aspecto de la naturaleza humana creada por Dios. Por lo tanto, al igual que el deseo, la agresión, la alegría o la ternura, el miedo tiene su finalidad. Los instintos son dones, que, cuando son bien administrados, ayudan a la sobrevivencia, ayudan a ser más humano. El hombre «purificado» de todos sus instintos, si es que ese hombre pudiera existir, no sería un «perfecto»; más bien, sería menos hombre, un castrado, un robot descarnado.
¿Qué te dice el Señor, al finalizar este día?