El hombre es creado para participar de la vida e intimidad de Dios, destinado a conocerlo, en el reflejo de la naturaleza, en su Palabra revelada, y particularmente en la persona de su Hijo, en su presencia operante en el mundo.
Esta comunicación que se nos entrega del Padre, se traduce en un profundo Amor que da sentido y fuerza a nuestra vida: único Amor capaz de saciar la profundidad de nuestro corazón.
Ese Amor se concreta en un deseo de servicio, de realizar su Voluntad, su Plan salvador: servicio a El, a nuestros hermanos, al mundo. Tarea inmensa y necesaria.
¿A qué te invita el Señor?