+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla en un cajón, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille igualmente la luz de ustedes ante los hombres, de modo que cuando ellos vean sus obras buenas, glorifiquen al Padre que está en el cielo.
No piensen que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.
Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos mandamientos y enseñe a otros a hacero, será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será grande en el reino de los cielos».
Reflexiona
Hoy estamos de fiesta, pues hace 202 años nació en I Becchi nuestro padre San Juan Bosco. Agradecemos a Dios por haber suscitado en él un corazón tan grande para amar a todas las personas, en especial a los jóvenes. El evangelio de hoy nos invita a ser sal de la tierra y luz del mundo. Don Bosco quería que todos sus jóvenes fuesen amigos de Jesús para llevar los valores del evangelio a la sociedad. Así, la educación y la evangelización salesiana nos invitan a iluminar, a transformar nuestro mundo con la alegría que brota de la fe y de la esperanza, para hacer actual nuestro vivir en la caridad. Hoy surge espontaneo un ¡Gracias Señor por darnos a Don Bosco! Y junto con saludarnos en esta fiesta, preguntémonos ¿con qué gestos y acciones puedo seguir iluminando en mi entorno? Feliz fiesta para todos.