+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo:
«Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti.»
Reflexiona
Jesús glorificó al Padre Dios siendo obediente a Él hasta el final. Y el Padre glorificó a su Hijo precisamente en el momento en que todas las personas pensaron que era el mayor fracaso de Jesús, en su muerte. Ahí, el Padre lo resucitó. Y este regalo de la vida eternamente feliz que el Padre le hizo a Él, Jesús promete hacerlo a nosotros. Sólo falta que tengamos en Él la misma fe que Él tuvo en su Padre. ¿Te atreves a este desafío?