+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.»
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Reflexiona
Otra vez. Obstinados en sus modelos de quién debe ser Dios, los contemporáneos de Jesús y los responsables religiosos no aceptaron su mensaje liberador ni lo pudieron entender. Rara y horrible sonaba a sus oídos esa invitación de Jesús de comer su carne y beber su sangre. Eso dio pie para las más absurdas interpretaciones. Si no fue reconocido como enviado del Padre Dios, todo lo demás no tiene sentido. En tu caso, ¿crees honestamente que Jesús es el enviado del Padre Dios?