+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús y sus discípulos, llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: «¿Ves algo?». El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: «Veo hombres, como si fueran árboles que caminan».
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo».
Reflexionamos
• Nótese que en el inicio del texto se dice que “le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara”. ¿Quiénes? Unos vecinos del lugar, presumiblemente amigos del ciego. Ellos son un buen ejemplo de lo que produce la intercesión, el llevar las necesidades de otro ante el Señor. En la oración es bueno ejercitar más la intercesión, y dejar un poco la petición a la que estamos más acostumbrados. Haz la prueba.