Su irrevocable adhesión a la verdad. “Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan” (Jn 18, 37). Su actitud durante estos días en Jerusalén lo manifiesta como auténtico profeta de la Verdad. Llama las cosas por su nombre, purifica el Templo convertido en cueva de ladrones; maldice la higuera, figura del templo esplendoroso pero infiel a su misión; alaba a la viuda pobre que lo ha dado todo en contraste con los ricos que solo dan ofrendas de lo que les sobra; desenmascara a los letrados y fariseos por la opresión que ejercen sobre el pueblo y por su ambición de prestigio y de poder.
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?