La contemplación del rostro de Cristo: “La contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura que, desde el principio hasta el final, está impregnada de este misterio, señalado oscuramente en el Antiguo Testamento y revelado plenamente en el Nuevo, hasta el punto que san Jerónimo afirma con vigor: «Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo mismo»” (Juan Pablo II, NMI, 17).
“Jesús nació en un establo. Un establo, un verdadero establo, no es el alegre y ligero pórtico que los pintores cristianos han edificado para el hijo de David, avergonzados, casi, de que su Dios hubiera sido acostado en la miseria y en la suciedad. No es tampoco el nacimiento [pesebre] de yeso que la fantasía confitera de los figureros ha imaginado en los tiempos modernos; ni el portal limpio y delicado, gracioso por sus colores, con su pesebre aseado y adornado, el borrico extático, el buey compungido, … ahí fueron a adorarlo. ¿Estás preparado?
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?