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Lucas 20, 27-40

19 de Noviembre 2016     soporte    

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Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: «Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda».  Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”

Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección no se casan.  Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.

Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él”.

Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

Reflexionamos

La pregunta de los saduceos tiene una intención capciosa. Su objetivo es poner una trampa a Jesús y de esa forma tener algo para incriminarlo. La respuesta de Jesús provocaría que tomaría partido a favor de los fariseos si señala la existencia de la resurrección de los muertos o de los saduceos si niega dicha realidad. La respuesta del Señor es a favor de los fariseos, pero agrega algo nuevo: Dios es un Dios de vivos y en la resurrección todos seremos como ángeles. ¿Qué signos de vida y resurrección están presentes en mi vida?

Categories: Evangelio diario

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