Lee atentamente, oración en el huerto.
Jesús sufrió en pocas horas pruebas tan duras, tan fuertes y variadas como quizás ningún ser humano haya sufrido jamás. Sintió intensamente miedo ante la muerte, sufrió la traición y el abandono de los amigos, la presión mortal de los poderes religiosos y civiles para hacerle callar, padeció terribles torturas físicas y morales, y hasta el aparente abandono del mismo Dios. ¡En verdad sufrió nuestras mismas pruebas y tentaciones!
En la oración del huerto, árida y seca, experimenta la angustia propia de todo ser humano ante un mal inminente. Pero, más allá del clamor de la propia naturaleza que rechaza el sufrimiento, Jesús pone su libertad personal en manos de su Padre. A pesar de su rebeldía, acepta que sólo la voluntad de Dios ocupa el primer lugar indiscutible en su vida. En oración confiada, terriblemente sincera, expresa su libertad en la aceptación plena de su proyecto de fidelidad total al Padre. Y así, fortalecido, enfrenta a sus torturadores con serenidad y grandeza.
¿He tenido experiencia de angustia? ¿por qué?
¿Qué te dice el Señor en estas situaciones?
¿qué le dices al Señor antes de finalizar el día?