Lee atentamente, La entrega de Jesús.
La expresión de Jesús cuando dice «Esto es mi cuerpo que será entregado por ustedes» (Lc 22,19), alude a la entrega de su vida en la cruz, de una vez para siempre. La unidad de este gesto y de su entrega en la cruz alcanzan su plenitud por la coherencia con el conjunto de su vida en la que resuena en cada momento, ante cada persona, la expresión: «Tomen y coman» (Mt. 26,26). Jesús se ofrece a sí mismo como «pan de vida» en sus gestos, en sus palabras, en su presencia, en todo lo que es y tiene.
Su cuerpo como un pan continuamente entregado —desde las manos del Padre— para alimentar a sus hermanas y hermanos, sea hablándoles, mirándoles o siendo mirado por ellas/os, tocándoles o siendo tocado, caminando a su lado, comiendo con ellas y ellos, escuchándoles, abrazándoles o dejándose acariciar…
Este estilo de Jesús, de repartirse a las y los demás, tiene un matiz importante en el romperse por otras/os, entregarse más allá de los propios límites. Lo vemos de manera nítida en un pasaje del evangelio de Marcos (6, 30ss) cuando «eran tantos los que iban y venían que no tenían tiempo ni para comer». Buscando un espacio y un tiempo de legítimo descanso para sus amigas/os, Jesús se aísla de la gente. Pero es vencido cuando ve a la gran multitud y siente compasión de ellos, «porque eran como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas».
¿Cómo estoy usando mi tiempo?
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?
