El eje de la experiencia de la eucaristía no pasa por colocar la celebración al nivel de las cosas comunes de nuestro día a día, sino más bien por una sintonía con el Señor en lo que llamamos su «estilo eucarístico». Se trata de descubrir en la eucaristía las bases para un proyecto de vida que podamos encarnar en nuestra vida y que sea el puente entre la vida diaria y la mesa de la fracción del pan con las hermanas y hermanos. El estilo eucarístico de Jesús es este puente. Lo encontramos tendido a lo largo de su vida cotidiana y expresado en la mesa de la última cena, en los dos gestos que tiene para con su comunidad apostólica: partir el pan y lavar los pies. Sus gestos y palabras expresan valores y actitudes que él mismo vivió en su práctica cotidiana y que nosotras/os somos invitados a encarnar en la nuestra. «Hagan esto en memoria mía» (Lc. 22,19).
¿Estoy alimentando mi vida desde la Eucaristía ?
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?