+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido».
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.
Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido».
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.
Reflexionamos
Las palabras de Jesús se acogen de distinta forma, para algunos son motivo de alegría, de liberación; para otros son incomprensibles, que no tienen nada que ver con el anuncio de una buena noticia y por ello la critican, son los fariseos y los doctores de la Ley. Sin embargo, ellos que tenían que conocerla se cierran a las palabras y gestos de Jesús donde manifiesta y anuncia que Dios se acerca de forma total y definitiva al hombre, especialmente a los impuros o excluidos. Jesús en estas parábolas indica cómo es el corazón del Padre: misericordia, el amor con predilección del Padre por los pecadores. ¿Soy capaz de tener un corazón que perdona a los demás? ¿Me perdono los errores que cometo?