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Jn 11, 17-27

2 de Noviembre 2016     soporte    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al llegar a Betania, Jesús se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.
Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”.
Marta le respondió: “Se que resucitará en la resurrección del último día”.
Jesús le dijo:
“Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”
Ella le respondió: “Si, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.

Reflexionamos

Celebramos hoy a todos los Fieles difuntos. Esta celebración es continuación y complemento de la de ayer. Es un día para hacer presente en nuestro corazón la memoria de todos nuestros familiares y amigos o conocidos difuntos. El evangelio nos proclama  a Jesús como Vida y Resurrección, con poder sobre la muerte. La muerte es una de las realidades más seria de la vida. Vivir es caminar hacia la muerte, inevitablemente. ¿Es la muerte, la certeza de mi muerte futura -próxima o lejana, incierta en todo caso-, una realidad con la que cuento? ¿O soy de los que nunca pienso en ello y no integran esa dimensión real de su existencia a su vida diaria? ¿Estoy preparado para una eventual visita de la muerte –algo siempre posible–, ya sea en personas queridas/conocidas o en mí mismo?

Categories: Evangelio diario

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